El conjunto arqueológico más importante de Biar es su castillo.
Situado entre la Sierra del Frare y la Sierra de la Fontanella, el castillo de Biar se encuentra en un cerro a 754 metros sobre el nivel del mar, el cual domina el acceso entre el valle del Vinalopó y la Foia de Castilla, siendo un importante enclave estratégico. Los materiales cerámicos hallados en el interior del recinto, así como un conjunto de fragmentos encontrados en la escombrera situada en la ladera Este, nos permiten ofrecer una visión de conjunto de la ocupación del castillo de Biar.
El registro arqueológico muestra una primera ocupación en momentos tempranos del Bronce tardío, entorno al 1300 a. C. con paralelos en el cercano yacimiento del Cabezo Redondo de Villena, que junto al Picacho III y el Cabezo Gordo I, con clara función de control, podrían formar parte de una nueva reestructuración del territorio. De esta época se conocen también las cuevas del Castillo y de Pedro Solera, que se adscriben a posibles lugares de enterramiento colectivo del II milenio. Entre los materiales destacan, un fragmento cerámico perteneciente a un vaso carenado de labio plano, borde recto y carena alta, un fragmento de borde exvasado con labio redondo con carena en línea de fractura, un fragmento de borde de tendencia recta y labio con ligero engrosamiento externo a modo de lengüeta y cuerpo de paredes de tendencia elipsoide vertical, un fragmento perteneciente a un cuenco de borde reentrante y curvo, un fragmento de cuerpo con mamelón troncocónico, etc. La existencia de una población en época taifal y almorávide (siglo XI y primera mitad del siglo XII) viene recogida en el texto del geógrafo almeriense Al-Udri, que menciona el camino de Murcia a Valencia y sitúa a Biar entre la alquería de Aspe y la ciudad de Játiva. Durante las taifas, Biar dependía del “Hisn” del castillo de Salvatierra en Villena. Este asentamiento islámico no está documentado arqueológicamente y se desconoce si se trata de una alquería, en este contexto, cabe destacar un Dirhem de plata como hallazgo significativo de esta época. El registro material de la ocupación del castillo durante el siglo XI es escaso pero bastante significativo, y las estructuras de los siglos XI y XII seguramente se encuentran destruidas por obras posteriores. Entre los materiales destacan un borde de jarrita con un tema reticulado pintado en blanco, un fragmento con decoración a la cuerda seca, la boca de un candil de piqueta de forma troncocónica invertida, etc. En época almohade (siglos XII y XIII) se desconoce si el castillo acogió población. Dentro del primer recinto existen algunos tramos que junto a la torre cuadrada son los únicos restos atribuibles a este periodo. Lo cierto es que el material cerámico hallado plantea la existencia de un hábitat dentro del castillo. Y efectivamente, es en época almohade, a finales del siglo XII y principios del siglo XIII, cuando se levanta la importante torre de planta cuadrada realizada en tapial y un recinto amurallado que posiblemente a tenor de los materiales pudo haber albergado viviendas en su interior. Entre los materiales destacan fragmentos de jarritas con decoración pintada en manganeso esgrafiada, dos bordes de ataifor uno vidriado en color turquesa y otro con decoración al “Alcafoll” o manganeso sobre melado con un motivo de goterón, fragmentos de anafe con superficies internas incisas peinadas, etc. En época bajo-medieval (mediados del siglo XIII-fines del siglo XV), tras la conquista cristiana de estas tierras, se producen reformas que cambian la fisonomía el castillo, como la creación del doble recinto y las almenas de la zona Sur. De este momento destacan fragmentos de cerámicas de Paterna y Manises, en cuyos repertorios formales y decorativos se encuentran paralelos a ambos lados de la frontera de los reinos cristianos de Castilla y Aragón. A partir del siglo XV y sobre todo en el siglo XVI, Biar comienza a perder su posición estratégica, decayendo su importancia, hasta el abandono efectivo de la fortaleza. El último uso del castillo desde la Guerra de la Independencia hasta los años setenta del siglo XIX, fue el de cementerio municipal, y efectivamente existe una cita de Padoz del siglo XIX en la que se dice que el castillo se aprovecha para cementerio.
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