Biar hasta hace unas decenas de años ha tenido su principal fuente de riqueza en su agricultura de secano, almendro y olivo, almendra y aceite, sobre todo.
Lamentablemente hoy sólo queda una pincelada de lo que hasta los años 50-60 del siglo pasado era el principal sustento de sus habitantes.
Esta pequeña pincelada de color, que no entiende de lugares y ni fechas, la vemos dibujada tenuemente en algún paisaje cambiado, a veces olvidado .
Hoy ver perdidos, descuidados,
esos almendros y olivos, que en cada tiempo de cosecha se sentían acariciados por las manos de sus agricultores, y encontrar los restos desnudos y derrumbados de aquellas casetas de campo, refugio y resguardo en jornadas desapacibles, nos sacuden profundamente los sentimientos.
Todos esos troncos retorcidos de nuestros olivos nos cuentan su larga vida, muchas veces centenaria, cómo fue y con cuantos antepasados convivieron.
Me vienen a la memoria aquellos agricultores enjutos, curtidos al sol; aquellos hombres de rostro duro pero de alma blanda; me acuerdo, en especial, de mi padre laborando por estos campos.
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